Revisión del TLC

No hay condiciones, PAN; la apertura avasallará el campo, PRD; Fallaron Fox y Zedillo, PRI.

En el gesto del senador perredista Silvano Aureoles no había sorpresa. Ya lo esperaba. La Comisión Permanente del Congreso de la Unión había rechazado, por abrumadora mayoría de panistas y priistas, considerar su propuesta de proponer a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá la revisión del capítulo a agropecuario del TLC como un asunto de urgente y obvia resolución.

El senador por Michoacán había respaldado su propuesta alrededor de la advertencia de que la total liberalización comercial de maíz, frijol, leche y azúcar, estipulada en el TLC y que entró en vigor el primero de enero de este año, avasallará el abandonado campo mexicano, y multiplicará la ya de por si enorme pobreza rural.

“Nos encontramos ante una coyuntura verdaderamente peculiar. Por un lado, el partido político que negoció los términos del TLC y subordinó el futuro del país a la integración con Estados Unidos (PRI), hoy se pronuncia a favor de a revisión y la renegociación del acuerdo trilateral”, destacó el perredista.

“El mismo tiempo –abundó—Un partido político como el PAN defiende como su fuera un logro propio, y con la mayor de las convicciones, la inmovilidad de un tratado, que sin duda tendrá un costo político y social cada vez más alto para millones de mexicanos”.

En la calle habían iniciado las movilizaciones campesinas y de organizaciones de izquierda contra la apertura total a los productos del campo. El PRD secuestraba el tema, y lo alzaba como su bandera. EL Barzón amenazaba con bloqueos carreteros, y la CNC priista desdeñaba la invitación a la mesa de diálogo del secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, y reclamaba al titular de Gobernación, Francísco Ramírez Acuña, como interlocutor.

“Es una cortina de humo –decía a Vértigo un importante funcionario de la Secretaria de Gobernación. Lo que hay en el fondo es la molestia porque el Ejecutivo modificó las reglas de operación de los programas del campo y los millonarios recursos que están destinados al desarrollo rural ya no podrán ser utilizados a discreción”.

En contra de la apertura del capitulo agropecuario, se situaba, en primer lugar, el presidente Calderón. En los múltiples mensajes sobre el tema que ha pronunciado a lo largo del mes de enero hay un denominador común: La defensa del TLC.

“El Tratado de Libre Comercio, negociado hace ya casi 15 años con los convenientes e inconvenientes propios de un acuerdo de esa naturaleza, en el nivel agregado, ha sido benéfico para el país. La mayor parte de la inversión, del empleo formal, e incluso los salarios mejor pagados desde 1994, han estado en los sectores vinculados a este tratado”, repitió el presidente.

Dijo más: “Somos el segundo proveedor de productos agropecuarios a Estados Unidos y el Tercero a Canadá. Sus palabras desataron la polémica en el Congreso.

Vértigo entrevistó a tres destacados integrantes de la tercera Comisión del Trabajo de la Comisión Permanente: El senador del PAN Jorge Ocejo Moreno, presidente de la Coparmex cuando se firmó el acuerdo trilateral; la senadora del PRD, Yiedckol Polevnsky, ex dirigente empresaria, y el coordinador de los diputados del PRI ante la Permanente, Samuel Aguilar.
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La sesión de la Permanente había sido difícil para el senador Jorge Ocejo Moreno. En tres ocasiones tuvo que subirse a la tribuna para defender la postura del PAN en otros tantos temas. Uno de ellos tenía que ver con la liberalización total de los productos del campo. Una vez que terminó con sus compromisos, respondió a las preguntas de ese semanario.

-- ¿A su juicio qué tanto va a perjudicar la apertura a los productos del campo?

-- Cualquier desgravación indudablemente tiene un efecto, aunque ahora va a ser únicamente del 18.2 por ciento, que era el último arancel que tenía el maíz, para hablar del producto que es más emblemático. Si va a tener algún efecto, pero a mi juicio será mínimo. En el caso del maíz blanco, por ejemplo, somos autosuficientes. Allí no tenemos ningún problema. Nuestro maíz para consumó humano, tiene un precio menor al que se traería de importación. Por el otro lado tenemos el maíz amarillo. Somos importadores netos de este producto. Ese es el que se destina al alimento de ganado, harinas, etcétera, para tener la producción pecuaria.

“La apertura ciertamente no es hoy. Ya se vino desgravando desde un 206 por ciento. Estamos con una colita del 18.2 por ciento. Pero la situación es esta: Una desgravación ofrece la oportunidad de comprar más barato. Beneficia al consumidor. Pero tiene el lado contrario, esa importación puede perjudicar al productor nacional. Como viene más barato del otro lado, se le compra al importador. Allí es donde tenemos que cuidar.

“Afortunadamente en el campo, quienes tenían mayores extensiones de tierra, no los grandes latifundistas, los intermedios, lo que tienen una extensión de tierra, se pudieron asociar, pudieron meter tecnología, e hicieron crecer la producción de maíz de 17 a 23 millones de toneladas, de 1993 a la fecha. Pero seguimos teniendo al resto de los productores micro, que son minifundistas, siempre han sido para subsistencia, no han tenido siquiera el ingreso a la corriente del mercado, donde se comercializa el producto. Allí es donde tenemos el problema.

¿Que tenemos que hacer? Una de las cuestiones que se discutirán con el secretario de Agricultura son los programas que tiene que haber de organización de los productores, para que cuando lleguen as cosechas puedan tener ellos mismos bodegas y acopiar, y que no solo los grandes consorcios puedan tomar toda la cosecha y después colocarla en términos de cómo se viene moviendo el precio del producto.

-- ¿Es revisable el capítulo agropecuario del TLC?

-- Desde el punto de vista del GPPAN no. Es el final de algo que estaba pactado y lo sabíamos. Se puede decir que algún gobierno no hizo bien su trabajo para poner al campo en mejores condiciones. Pero ya no es el momento de poderlo revisar. No es el interés revisarlo, porque entrar en la revisión de este capitulo agropecuario, la contraparte podría pedir la revisión de otros capítulos que no le han sido favorables.

-- ¿Ejemplo?

-- Todo lo que son hortalizas, frutas, legumbres, flores y muchas otras cosas. Atendemos el 14 por ciento de las importaciones agropecuarias de Estados Unidos. Somos el tercer mayor exportador hacia Estados Unidos. Ese 14 por ciento significa todo lo que exportan Francia, Brasil e Italia. Sí hemos tenido entrada en otros productos.

Pero además, no se dan siquiera las condiciones requeridas en el propio capitulo del TLC que permite la apertura, puesto que no ha sido una situación de un desplome en la producción; al contrario, el tiempo que hemos tenido el TLC ha habido aumento en la producción, entonces, como justificas irte a un panel, a la apertura de un capitulo, si no tienes los elementos que aportar.

-- Los partidarios de la apertura dicen que Estados Unidos podría sensibilizarse con el tema de los flujos migratorios provocados por un campo en problemas. ¿Coincide?

-- No coincido. La emigración se ha dado por las condiciones estructurales del campo. Estas no son nuevas. Desgravar 18 por ciento no aporta nada en relación con los microfundios. No aporta nada.

Hay quien dice que la inconformidad que se manifiesta tiene que ver con el endurecimiento en cambio en las reglas de operación de los programas del campo. ¿Coincide?

-- Aquí tenemos que ser consistentes. Había más de 100 programas y 300 reglas. Hoy se quiere llevar a mucho menos programas con mucho menos reglas. Muchas de esas reglas fueron pactadas en su momento por las presiones de carácter político con organizaciones de productores que tienen un componente político muy alto.

Hoy son más vigilables, se les puede dar mejor seguimiento. Ese seguimiento va a impedir que se destinen recursos indebidamente a otras cosas. Cuando hoy se dice que vamos a revisarlo porque se quiere que el recurso llegue directamente al individuo, y no a través de sus organizaciones, algunos se sienten afectados.

-- ¿El PAN se opone entonces a la apertura del capítulo agropecuario del TLC?

-- Si, ya lo dijimos, pero tampoco nos oponemos a que se discutan las cosas. Por eso el punto de acuerdo que adoptamos en la Permanente la s emana pasada quedo en términos muy cuidadoso. Pide que el presidente de la Republica convoque a las organizaciones de productores en el seno del Consejo de Desarrollo Rural Sustentable, a fin de analizar la conveniencia de revisar ese capitulo. ¿Pero realmente tienes pruebas suficientes para decir a Estados Unidos que de acuerdo al artículo 800 y pico hay una situación de desastre en el campo? Pues no.
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En los corrillos de San Lázaro mucho se hablaba del anuncio de la Sagarpa en el que aparece la golfista Lorena Ochoa publicitando un campo ganador. Alberto Cárdenas, titular de esa secretaria, era la comidilla de los legisladores. “Es el único campo que conoce”, soltó, mordaz, el diputado Samuel Aguilar, coordinador de la fracción del PRI en la Comisión Permanente, antes de que iniciáramos la entrevista.

-- Hay quien dice que detrás de la polémica alrededor del TLC está la inconformidad de los líderes de las organizaciones campesinas por el cambio en las reglas de operación de los programas del campo, lo que hará más difícil el uso discrecional de los recursos por parte de sus líderes. ¿Qué responde?

-- Es falso simplista y perverso querer señalar que las organizaciones campesinas se quieren quedar con parte de la tajada asignada al campo. Lo que se pelea en el terreno de las reglas de operación es que exista una descentralización de los programas y recursos; que las políticas públicas para el campo se federalicen. Hay un proceso de regresión. Tratan de centralizar en una sola secretaria y aquí en la Ciudad de México los programas y los recursos destinados al campo. Las organizaciones campesinas se limitan a mediar y respaldar las demandas de los productores, pero a ellas se suman los secretarios de desarrollo rural de todas las entidades y los propios gobernadores. ¿A ellos, incluidos los panistas, también se les acusa?

-- Ya son 14 años desde que se firmo el TLC. Hubo tiempo para preparar al campo para cuando llegara este momento. ¿Qué falló?

-- En los últimos dos sexenios, y en lo que va de este, no ha habido una política integral destinada al campo pensando justamente en el primero de enero del 2008. Fueron avanzando las situaciones año con año. En el 2003 se registraron una serie de movilizaciones de los productores aquí en la Ciudad de México. Se sentaron en una mesa de diálogo, de la que surgió el Acuerdo Nacional para el Campo. En ese acuerdo se especificaron una serie de medidas que debían de implementarse, de manera urgente, de cara al primero de enero del 2008, pero no se hizo absolutamente nada. Si hubo entonces una serie de medidas que se comprometieron, pero que no se cumplieron. No se vio como un tema de estado, como una urgencia. Lo que siguió fue que las organizaciones campesinas, inmovilizadas ya por ese acuerdo, se regresaron a sus entidades. Eso fue lo que sucedió.

-- ¿Tratar de llevar a Estados Unidos a la revisión del capitulo agropecuario del TLC no resultará contraproducente?

-- No creo. Debemos plantearles la necesidad de revisar el capitulo agropecuario, bajo la perspectiva que la pauperización del campo mexicano incrementara los flujos migratorios hacia Estados Unidos y hará menos seguras las fronteras. Son temas que a ellos les preocupan. Muchos productores se verán obligaos a abandonar su parcela y emigrar hacia el norte ya que en México no existen las condiciones para incorporarlos a la economía.

--¿El TLC ha sido benéfico para México como dice el presidente Calderón?

-- Si, ha traído mayores inversiones, ha crecido el comercio, los empleos han aumentado. Pero eso no quiere decir que todo está perfecto. El TLC conlleva riesgos y oportunidades, como dice el presidente. Lo que otros queremos es que haya más oportunidades que riesgos. Este es un tema de seguridad nacional por una sencilla razón: 25 millones de mexicanos viven en zonas rurales, y en la medida en que se vean afectados los productores de básicos, también lleva a un tema de seguridad nacional: la estabilidad del país. Ya estamos viendo el proceso de movilización social.

-- ¿Qué puede hacer el Congreso para que el capitulo agropecuario sea revisado?

-- Ya está haciendo cosas. El viernes pasado, aprobamos aquí en forma unánime el acuerdo para sentar en una mesa a las organizaciones de productores, a todos los secretarios de desarrollo rural y a los funcionarios que el gobierno federal determine, para discutir que se va a hacer para amortiguar el impacto de manera inmediata. Por el otro lado, a partir de una evaluación muy objetiva, muy certera, hay que ver si existen los elementos para que el gobierno mexicano tenga elementos para pedir la revisión del capitulo agropecuario.

-- ¿Y esa reunión cuando va a ser?

-- Yo espero que el Presidente no tenga tapados con cerilla los oídos como los tiene el secretario de agricultura. Las organizaciones campesinas, cansadas de la sordera de Alberto Cárdenas ya no lo quieren como interlocutor, ahora piden que sea el secretario de Gobernación.

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La senadora perredista Yiedckol Polevnsky acababa de manifestar en la tribuna de la Comisión Permanente su sorpresa por la “locura total” de lo que sucede. “Me resulta paradójico –y me da mucho gusto, además—que el PRI reconoce las fallas que se tuvieron en el TLC; pero más paradójico me resuelta que el PAN defienda un tratado que no hizo, y políticas que no diseñó”

La entrevista con ella, realizada en San Lazaro, la iniciamos con el argumento esgrimido por el panista Jorge Ocejo para explicar su su oposición a la apertura del capítulo agropecuario del TLC.

-¿No sería contraproducente pedir a Estados Unidos la reapertura del capitulo agropecuario TLC? ¿No podría provocar que ellos solicitaran a su vez la reapertura de otros temas donde México ha sido favorecido?

-- No, de lo que se trata es de lo siguiente. Lo que le afecta a México también le afecta a Estados Unidos. Si a los productores mexicanos no les va bien, van a migrar para allá. Pero yo voy muchísimo más allá. Si se abriera el Tratado y se revisan las reglas de operación, de todas maneras no es suficiente. Hay que hacerlo, pero no es suficiente.

El tema es más complejo. Demanda una revisión de políticas públicas. En México hay recursos en el sector agropecuario, pero esos recursos, desgraciadamente se asignan en mayor proporción a las empresas más fuertes, las más grandes, que no son las que requieren esos subsidios. A empresarios del campo que tienen más de 100 hectáreas se les ha dado el 200 por ciento de lo que se les ha dado a los chiquitos. Es un absurdo. Han apoyado más a ese sector exportador que no merecería subsidios ni apoyos. En México se gasta, pero se gasta mal. Lo que necesitamos es eficientar el gasto.

Luego viene el financiamiento al campo. En 1997 representaba el 7 por ciento del total del crédito. Hoy se les da el 2.5 por ciento. Es el 30 por ciento de lo que se les daba. En el pasado, antes de los tratados, México expulsaba a Estados Unidos anualmente a 27 mil personas. Ahora tenemos más de medio millón. La población no ha crecido en esa dimensión. Hemos generado que no existan posibilidades en el campo para arraigar a la gente con capacidad productiva para poder tener une esquema de vida digno para mantener a sus familias. Se tienen que ir al otro lado. Entonces tenemos más pobres, más emigrantes, más inseguridad, más economía informal. ¿Dónde están los múltiples beneficios del tratado? En las bolsas de muy pocos productores, muy pocos empresarios.

Mis conclusiones serian. Tenemos que ir a una revisión de fondo de las políticas públicas y cambiar de modelo económico. Necesitamos diseñar nuestro propio modelo acorde a la realidad del país y a la mentalidad mexicana. Esto habla de la necesidad de establecer políticas diferenciadas en el campo.. El norte del país es diferente al sur. También es diferente un empresario que tiene 100 hectáreas a un minifundista de menos de una hectárea. Es diferente producir maíz o fríjol, que producir hortaliza.La política tiene que ser diferenciada. No puede ser general. Se puede revisar lo que sea revisable.
Hay otra instancia a la que hay que ir. La Organización Mundial de Comercio. Todos los países que firmamos tratados comprometimos ante esa organización reducir subsidios. México lo ha hecho, desmanteló su banca de desarrollo. Estados Unidos no solo no quitó lo subsidios, los ha aumentado. Eso hay que llevarlo como un esquema de controversia a la OMC para que le entre al tema. Y es que los países ricos no te hacen caso, quieren los mercados de los países pobres para venderles, no para comprarles.

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