A la búsqueda de un IFE perdido.

Milagro en San Lázaro, hubo acuerdo.

Leonardo Valdés Zurita apenas podía creer la noticia que en esos momentos daba el panista Héctor Larios en el Canal del Congreso. Anunciaba, ni más, ni menos, que él había sido designado presidente consejero del IFE, por unanimidad de los coordinadores parlamentarios.

El nombramiento constituía para él una verdadera sorpresa.

“La veía difícil, pero al final lo logramos”, decía a Vértigo el sucesor de Ugalde.El doctor Valdés no se acababa de reponer de la emoción por lo que veía en la pantalla de su televisor cuando sonó su teléfono. Era Ruth Zavaleta, presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, para notificarle el nombramiento. Luego siguieron llamadas de Héctor Larios, Emilio Gamboa, Santiago Creel. Todos lo felicitaban; le deseaban suerte, lo apapachaban. Era el hombre de la circunstancia.

El ajetreo, ese jueves, había empezado a las 6:30 de la mañana, Un reportero de la fuente de diputados le llamó a esa hora para informarle que estaba en la terna de los nuevos consejeros, y que se le mencionaba como substituto de Luís Carlos Ugalde. A la llamada siguió otra, y otra, hasta que aquello se convirtió en cascada. Todos querían una declaración, pero él se resistía a hablar. Nada era oficial, no iba a manifestarse hasta que se formalizara el nombramiento.

El viernes ocho de febrero, alrededor de las once de la mañana, ya rendía protesta como presidente consejero, en las instalaciones del IFE, junto con Benito Nacif, investigador del CIDE, y Marco Antonio Baños, ex funcionario del Instituto Federal Electoral.

El esperado nombramiento de los tres nuevos integrantes del Consejo General del IFE había merecido las ocho columnas todos los diarios nacionales. “Destraban el IFE”, encabezaba Reforma; “Reparan paz Electoral”, titulaba El Universal; “Se impone la propuesta del PRD”; escribias Excelsior. “Transige el PRD con el PAN en la Elección del IFE”; se leía en La Jornada; “AMLO no confía en el nuevo IFE”, decía Milenio; “Se queda el PRD con la presidencia del IFE”, informaba el Diario Monitor.
Valdés está conciente de que su primer reto ya lo tiene encima. Hay que organizar el proceso electoral del 2009, que comienza oficialmente en la primera semana de octubre del año en curso. Sabe también que llega a un IFE en crisis, dividido, desestructurado. “Vamos a tener que hacer un esfuerzo de mucha explicación, de mucha transparencia en la toma de decisiones”, reconoce el flamante presidente consejero.

-- ¿Se siente en deuda con el PRD?- le preguntamos.-- Me siento en deuda con el PRD, y con las otras siete fracciones parlamentarias que me eligieron—repuso.

* * *

El camino para llegar a la elección por consenso de los ocho coordinadores parlamentarios en San Lázaro había sido largo, sinuoso, plagado de obstáculos. Dentro y fuera del Palacio Legislativo los radicales de esa nueva religión que se llama obradorismo torpedeaban las posibilidades de acuerdo.

Los seguidores del legítimo utilizaban, para sus fines, a Genaro Góngora Pimentel, quien incomprensiblemente se prestaba al juego. El ministro de la Corte era el principal obstáculo para destrabar el acuerdo, y no tuvo la grandeza de miras de retirarse.

El PAN no lo quería por los servicios prestados al Peje durante el capitulo del desafuero, y estaba dispuesto a irse por mayoría, junto con el PRI y algunos partidos de la chiquillada, en la designación de los consejeros.

La Constitución establecía el 13 de diciembre del 2007 como fecha límite para la renovación del Consejo General. Llevaban 55 días de retraso, en aras del anhelado consenso. Los diputados no podían esperar más. “Si no lo sacamos ahora, le acabamos de partir la madre al IFE, y nos la partimos nosotros mismos”, nos comentó Larios.

Compleja Negociación.

Eran las tres y media de la mañana del jueves 7 de abril. En el bunker de la diputación del PAN –cuarto piso, edificio H, Palacio Legislativo-- los rostros reflejaban fatiga y hastío por lo prolongado de las negociaciones. Las ternas de candidatos al consejo general del IFE iban y venían, pero los coordinadores parlamentarios allí reunidos no concretaban el anhelado consenso.

Hasta el Palacio Legislativo de San Lázaro habían llegado Beatriz Paredes, dirigente Nacional del PRI; Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD; y Carlos Navarrete, coordinador de los senadores amarillos, para “reforzar” a sus coordinadores parlamentarios.

La sombra del ugaldazo estaba presente en las negociaciones. Era necesario llegar a un acuerdo para no repetir la experiencia del 2003, cuando el PRD quedó fuera del Consejo por un error de cálculo de Pablo Gómez, entonces coordinador del grupo amarillo.

En el bunker azul se habían discutido los nombres de Mauricio Merino, investigador del CIDE; Genaro Góngora Pimentel, ministro de la Suprema Corte de Justicia, Carlos Sirvent, ex director de la Facultad de Ciencias Políticas, para substituir al renunciado –y emigrado-- Luís Carlos Ugalde en la presidencia del Consejo General.

Uno a uno habían descartado las principales cartas. Tenían cuentas pendientes con los partidos o llegaban mal apadrinados. A Merino no lo quería el PRI. No le perdonan su voto a favor de la multa de mil millones de pesos –la mayor aplicada a partido alguno—por el Pemexgate en el 2000.

Héctor Larios, coordinador de los diputados del PAN y presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, insistía en que el investigador del IFE era el idóneo para la presidencia del IFE, pero se topó con un terminante no de Emilio Gamboa, PRI, y Javier González Garza, PRD. “No puede ser presidente un recomendado del partido en el gobierno. Es inaceptable”, le dijeron. El caso de Góngora, ya lo vimos, era aparte.

Carlos Sirvent traía el apoyo del PRI y el PRI. Los coordinadores de ambos grupos parlamentarios, Javier González Garza, PRD, y Emilio Gamboa, PRI, acordaron apoyarlo en las reuniones bilaterales, que esa misma noche se llevaban a cabo en las oficinas del priista conocidas como La Pecera.

Pero al ex director de la facultad de Ciencias Políticas se le cayó el apoyo luego de una llamada que le hicieron –no pudimos averiguar quien- al Güero González Garza. “¡Aguas con ese cuate; trae la bendición de Elba Esther Gordillo¡” alertaron. El perredista le dio el pitazo a Emilio Gamboa y allí terminaron sus posibilidades.

Súbitamente surgió el nombre de Leonardo Antonio Valdés Zurita. Era una propuesta del Frente Amplio Progresista (PRD-Convergencia-PT.) “A todos nos hizo clic. De inmediato supimos que era el candidato que concitaba el consenso de los ocho”, recuerda el diputado Alejandro Chanona, coordinador de Convergencia.

Valdés trabaja como profesor de tiempo completo en la Universidad de Guanajuato. Su ficha curricular mostraba experiencia en el campo electoral. En 1985 representó al PMT, que fundó Heberto Castillo, en la entonces Comisión Federal Electoral. Dos años después realizaba la misma tarea para el Partido Mexicano Socialista. Fue director de Organización Electoral del IFE y consejero electoral del IEDF. Por experiencia no quedaba.

Pero faltaban otros dos para completar la terna. El PRI insistía en meter a Marco Antonio Baños, a pesar de la oposición del resto de las fracciones parlamentarias, mientras que el PAN se inclinaba por el investigador del CIDE, Benito Nacif. El único que concitaba el consenso de los ocho era Valdés. A los otros dos los incluyeron en la lista entre corchetes. Había que procesar su nombramiento con las bancadas y las dirigencias nacionales.

A las 4 AM los coordinadores se separaron, no sin antes darse cita para las 10 de la mañana en las oficinas de la Junta de Coordinación Política para redactar el punto de acuerdo que se sometería al pleno. Pero había que sacar de los corchetes los nombramientos de Baños y Nacif.

Todavía hubo un último intento de Larios de sacar a Baños de la lista, por considerarlo totalmente priista. La noticia llegó a oídos del senador Manlio Fabio Beltrones, quien de inmediato tomo el teléfono y se comunicó con Germán Martínez, jefe de la bancada del PAN. Le dijo que si quitaban a Baños no habría más acuerdos con el PRI en el Congreso, Fue suficiente para destrabar el acuerdo que, al mismo tiempo, dejaba fuera del IFE a los consejeros Alejandra Latapi y Rodrigo Morales.

La lista se sometió al pleno. Los nuevos consejeros fueron electos por más de dos terceras partes de la asamblea. Pero no faltó el prietito. Los amigos del Peje se opusieron incluso al nombramiento de Valdés, a pesar de que era propuesta del PRD. El nuevo presidente consejero había cometido el gran pecado de votar en contra de la postulación del Peje como candidato al gobierno del DF, cuando fue consejero del Instituto Electoral del DF.

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