Alerta máxima en el PRD

Al borde de la fractura

El pequeño pizarrón que colgaba de la pared del primer piso de la sede del CEN del PRD marcaba la hora en que cada candidato daría su versión sobre lo ocurrido a los coordinadores parlamentarios, Carlos Navarrete y Javier González Garza, en el acto proselitista convocado por Andrés Manuel López Obrador, bajo el pretexto de la defensa de petróleo. Alejandro Encinas, 10:30 AM: Camilo Valenzuela, 11 AM; Alfonso Ramírez Cuellar 12:30 PM; Jesús Ortega; 13:00 PM.

Cuatro aspirantes, 13 tribus, dos visiones encontradas de hacer política; un caudillo intolerante, mandón y descaradamente sesgado a favor de Encinas; se habían combinado para llevar al partido a la peor crisis en sus 18 años de existencia. El cóctel era explosivo.

La polarización era grave. El riesgo de fractura cada vez mayor. El PRD estaba en alerta máxima, a dos semanas de las elecciones internas para renovar la dirigencia nacional y todas las dirigencias estatales a lo largo y ancho el país.

“Voy a esperar la reacción de hoy. Si no hay un deslinde claro (de Andrés Manuel López Obrador) voy a convocar a una rueda de prensa”, amenazaba, la cara descompuesta, Jesús Ortega, candidato de la poderosa corriente Nueva Izquierda, en charla con este semanario. Y aseveraba: “todos sabemos quien sembró el huevo de la serpiente.”

Pero no hubo deslinde enérgico del Peje, ni mucho menos conferencia de Ortega para denunciar, ahora si, la responsabilidad de López Obrador en el clima de linchamiento en contra de Nueva Izquierda. Todo quedaría en una ambigua condena verbal, a nombre del legitimo, formulada por el senador Ricardo Monreal, a las puertas de la residencia oficial de la presidencia legitima.

Muy pronto encontrarían al chivo expiatorio para expiar culpas de los dirigentes. El militante perredista de infantería, Brandon Romo Pérez, identificado como el agresor de Carlos Navarrete el domingo 24 de febrero, va a ser expulsado.

Romo Pérez, identificado con los grupos más radicales del partido, se fue por el camino fácil. Responsabilizó de su conducta violenta a Carlos Navarrete y Gerardo Fernández Noroña.

“Luego de un análisis de mi conducta, concluyo que nuestros líderes son responsables de polarizar. Han dedicado tiempo para pelearse dentro del partido y ventilar sus confrontaciones en la prensa. Algunos militantes hemos caído en su mal juego”, subrayó el hombre, en rueda de prensa.

* * *

El embate de López Obrador contra la moderada corriente Nueva Izquierda no tiene precedentes. Los ha llamado “modositos”; les reprocha cambiar el morral por camionetas de lujo; los descalifica una y otra vez. Ha llegado al extremo de insinuar que Ruth Zavaleta, presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y destacada integrante de Nueva Izquierda, se deja tocar las piernas “políticamente hablando”, por Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación.

“Estamos preocupados. La situación de sale de control. La campaña de agresiones sigue desatada Para ellos, somos los candidatos de Felipe Calderón”, lamenta Víctor Hugo Círigo, presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, en charla con Vértigo. “Se ha sembrado odio”, considera, por separado, el senador Carlos Navarrete.

El tema es explosivo. Saca de quicio a los dirigentes perredistas. “Ya se deslindaron ¿Quieres que se arrodillen?”, reviró de muy mal humor el coordinador de los diputados del PRD,. Javier González Garza, cuando le preguntamos si estaba satisfecho con el ambiguo deslinde de López Obrador. Preguntarles sobre el tema era casi agredirlos.

La situación está fuera de control. La lucha por la presidencia del partido se da sin cuartel. La violencia verbal desborda, y nadie parece capaz de detenerla. El episodio de la Torre de PEMEX se perfila como preludio de algo mucho peor. “No es la fuerza la que va a convencer. Me parece muy grave que se hayan dado estos hechos”, alerta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, un histórico de este partido.

Pero Andrés Manuel López Obrador, líder indiscutible del partido del sol azteca y único capaz de serenar los ánimos, voltea para otro lado. Su condena ha sido por demás ambigua. El ha sido el principal instigador del clima de linchamiento que se vive en contra de Los Chuchos, a quienes sus adversarios internos no bajan de “vendepatrias” y “traidores”. Es el que menos trabajaba para reconciliar al partido.

Carlos Navarrete, el senador agredido por perredistas que se reclaman de Encinas, dice que lo ocurrido en la torre de Pemex es el fin de una primera etapa en el clima de linchamiento que se da al interior de su partido. Este clima, añade, genera que la gente sea envenenada por el discurso de descalificación. "Estamos llegando a un grado muy grave de intolerancia", subraya.


El explosivo clima ha llevado a uno de los candidatos a la presidencia del PRD, el ex guerrillero Camilo Valenzuela, a declarar que la única salida para evitar el “riesgo de que la violencia se desborde” es la suspensión de la elección del próximo 16 de marzo. Pero su propuesta fue rechazada con fuerza por el resto de los contendientes y por el CEN del partido.


La propuesta fue rechazada de inmediato por el presidente del partido, Leonel Cota Montaño. “Hay la plena decisión del CEN, unánime, de ratificar como fecha para la elección interna el 16 de marzo. Esto da la garantía a todo el perredismo nacional de que será la militancia del partido quien decida a su nuevo dirigente”, dijo el bajacaliforniano del sur.


Cota asegura que ha habido acuerdos importantes para llamar a toda la militancia, particularmente a los candidatos, para que se abstengan de hacer descalificaciones de uno y otro lado.


La preocupación por los enfrentamientos se ha extendido a todo el partido. Saúl Escobar, intachable militante de izquierda, considera muy peligroso lo que aflora. “Le tienen que bajar, ponen en riesgo la elección. Todo esto da pie a que unos y otros hagan cualquier cochinada para ganar. Es lamentable”, acota.


Y lamenta el maniqueísmo con el que se manejan los obradoristas. “El que no está con Encinas es un traidor. Hasta Camilo se queja”.


Alfonso Ramírez Cuellar, candidato del Movimiento por la Democracia, reparte las culpas entre orteguistas y encinistas . “El nivel de agresión es el mismo. Tienen idéntica responsabilidad.” Y hace un llamado a los grupos que los apoyan para que se tomen un té tila. “La vida no se acaba si se pierde. Cuando los elefantes se pelean, el pasto lo resiente. Tenemos que acabar eso”,

subraya.

Otro histórico del PRD, Pablo Gómez, quien respalda a Ramírez Cuellar, considera que Encinas y Jesús Ortega están enfrascados en una riña, y no en una contienda política. “Nosotros no queremos entrar en esa riña. Es rebajar el nivel en la contienda”, subraya el veterano ex comunista.

Gómez exige que la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia asuma sus funciones y resuelva las quejas que se han presentado, y acusa al CEN de no ha tomado ninguna decisión para otorgar las garantías necesarias a fin de que la contienda interna se lleve acabo en forma correcta y apegada al estatuto. “En el pasado Congreso Nacional le otorgamos al CEN la elevadísima función de conducir los procesos electorales, y hasta este momento no lo ha hecho”, remató Gómez.

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