El PRD en la peor crisis de su historia


Ni el bejaranazo provocó tanto daño.

El tono Alfonso Ramírez Cuellar en reflejaba la vergüenza que sentían no pocos perredistas ante el bochornoso espectáculo que el partido ofreció al país durante las elecciones internas para renovar la dirigencia nacional y las estatales.

El derrotado candidato del Movimiento por la Democracia planteaba una disculpa pública al pueblo de México, y a los militantes del PRD, por lo sucedido durante y después del cuestionado proceso electoral interno, que tiene al partido sin presidente electo, dos semanas después de que más de un millón 200 mil militantes acudieran a las urnas para elegir al sucesor de Leonel Cota. “Es lo mínimo que nosotros tenemos que hacer”, recalcaba el desolado barzonista.

No era para menos. El PRD está inmerso en la peor crisis de sus 18 años de existencia. La disputa por el control de ese fetiche –así lo llama el inefable Pablo Gómez—que es la presidencia nacional del partido, llevó a chuchos y encinistas a cometer las peores tropelías en el proceso del pasado 16 de marzo.

La polarización en la lucha poselectoral ha sido tal, que hasta la policía capitalina fue llamada para resguardar el edificio de Monterrey 50, habilitado como centro de cómputo, para evitar su ocupación por los partidarios de Alejandro Encinas, el candidato de López Obrador, o de Jesús Ortega, de Nueva Izquierda.

El mismísimo Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del partido, no tuvo más remedio que salir a descalificar el cohinero, y proponer el nombramiento de un interino, para salvar la imagen del partido que fundó en 1989. La elección interna “ha llegado a grados tales de desaseo y confrontación, que exhiben lo extremo de su degradación y reclaman de sus miembros acciones drásticas y decisivas”, advierte el ingeniero, en una carta dirigida a la militancia del partido.

Pero nadie le hizo caso. Su tiempo ya pasó.

La salida a los problemas de fondo no se ve por ningún lado. La unidad amarilla esta seriamente quebrantada. El prestigio del partido por los suelos. Ni el bejaranazo les ha hecho tanto daño interno y externo, admite la ex diputada federal Eliana García, integrante del movimiento de los Cívicos, una de las tribus del PRD.

No hay perredista que no esté conciente de que el conflicto tendrá un costo muy grande en términos de votos. El amarillo dilapidó el capital político acumulado co0n tanto esfuerzo. Una encuesta publicada por Maria de las Heras en Milenio Diario, ubica a ese partido de izquierda en apenas un 17 por ciento en la intención de voto. El sondeo coloca primero al PRI, con un 29 por ciento; y luego al PAN, con un 27 por ciento.

Los vaticinios para el amarillo en medios académicos tampoco son muy alentadores, ni siquiera entre analistas que simpatizan con la izquierda, y que la han estudiado por décadas. El maestro Octavio Rodríguez Araujo escribió en la Jornada (27-04-08):

“Ningún arreglo cupular salvará (al PRD) del desprestigio que sus dirigentes y grupos de incondicionales promovieron en la pasada elección interna. Podrán resolver la elección “limpiándola” (cualquier cosa que esto signifique), podrán incluso negociar los cargos en disputa, pero lo que no podrán hacer será unir su partido, no realmente.

“Se han dicho entre ellos tantas cosas, algunas muy duras, que difícilmente se restañarán las heridas abiertas en el proceso. El PRD está, si no polarizado, sí dividido, y quizá más que antes en su todavía corta historia”, subraya el académico.
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Al cierre de esa edición el conflicto seguía atorado. El jaloneo se centraba en el si o no al Consejo Nacional del partido, convocado por Camilo Valenzuela, otro de los aspirantes derrotados en las elecciones del 16 de marzo. El presidente saliente del partido, Leonel Cota, empleado de López Obrador, se empeñaba en evitar su realización.

En los corrillos del partido se extendía la versión de que el legitimo habría planteado a Nueva Izquierda la anulación de los comicios y la elección de un interino, no para respaldar la “solución Cárdenas”, sino para evitar aparecer como el gran derrotado de los comicios, las fuentes dicen que el hombre de Macuspana ha comentado en corto que un triunfo de Ortega lo debilitaría como líder del movimiento por la defensa del petróleo que utiliza para promoverse políticamente. “Andrés Manuel está dispuesto a sacrificar a Encinas, con tal de no aparecer como perdedor”, aseguro un colaborador del candidato de Nueva izquerda.

El temor de los chuchos se origina en la posibilidad de que los encinistas optaran por forzar la renuncia de Arturo Nuñez, presidente del Comité Técnico Electoral y, por esa vía, tronar la elección. “Puede haber anulación de facto”, advierte un diputado de Nueva Izquierda.

Ya se habla de los posibles aspirantes a la presidencia interina. Entes los mencionados están Lázaro Cárdenas Batel y Ricardo Monreal Ávila. Este ultimo seria la apuesta de López Obrador. El nieto del general la opción del perredismo moderado.

Obviamente ni Ortega, ni Encinas aceptan esa posibilidad. El ex jefe de gobierno del DF manifestó que va a aportar todo lo que este a su alcance para que el proceso se concluya, se cierre de acuerdo a los lineamientos, y desde luego, se limpie.

El senador Graco Ramírez, coordinador de la campaña de Jesús Ortega, aseguró a este semanario que el candidato de Nueva Izquierda no va a negociar un resultado “que le favorece” advertía que irá hasta las últimas consecuencias, para que se respete la voluntad de los perredistas en las urnas.

Ya se habla de los posibles aspirantes a la presidencia interina. Entes los mencionados están Lázaro Cárdenas Batel y Ricardo Monreal Ávila. Este ultimo seria la apuesta de López Obrador. El nieto del general la opción del perredismo moderado.

El experimentado legislador Pablo Gómez, de la corriente Movimiento por la Democracia, en un juego de palabras con mensaje de fondo, auguraba que la disputa interna “se va a resolver de una manera u otra, pero una vez que se resuelva, no se habrá resuelto nada”.

Presidente interino del PRD durante ocho meses, a raíz de otro cochinero registrado hace ya años, Gómez Álvarez precisa que no habrá arreglo interno, hasta que los distintos grupos y corrientes que componen la Revolución Democrática lleguen a un acuerdo de procedimientos y formas de ser. “Hay que echar fuera del partido a la escoria ruidosa y descarada”, puntualizaba el parlamentario.

-- ¿Y quien es la escoria ruidosa?—atajamos a Gómez.

-- Los que hicieron su desmadre en Tuxtepec y Tamaulipas—eludió el senador.

Pablo es partidario de la propuesta, hecha por Ramírez Cuellar, de preparar una Asamblea Nacional Constituyente de la izquierda en el país. La propuesta dice que quien quede de presidente en el partido, debe poner todo su esfuerzo, mostrar una disposición completa, incluido la renuncia a su nombramiento, para realizar este año una asamblea nacional constituyente, donde el PRD ponga a disposición su registro. “Necesitamos bases políticas nuevas y el compromiso de hacer”, subraya Gómez.

Ramírez Cuellar, por su parte, considera la asamblea nacional deberá ser organizada no solo por el partido, sino también por mucha gente que está fuera del PRD, pero que pertenece al movimiento democrático”.

Rene Arce es reconocido como el jefe de Nueva Izquierda en el DF. Ha participado activamente en el conflicto poselectoral del PRD, al lado de Jesús Ortega. El senador reconoce que su partido atraviesa por una crisis sin precedente, y no descarta la posibilidad de que pudiera registrarse una “separación pactada”

“En el PRD estén enfrentadas dos formas de hacer política, la del partido movimiento (representada por Encinas) y la del partido institución (por Jesús Ortega). Eso, además de que está en disputa la franquicia del partido. El hecho de que quede un ganador no va a impedir que sigan los grupos. Tenemos que debatir el punto.

“Lo peor que podemos hacer es quedarnos como si nada hubiese pasado”, sintetizó Arce.

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