El Peje alista movilizaciones.




La Reforma Energética va…




La voz del senador Francisco Labastida, presidente de la Comisión de Energía de la Cámara Alta, rayaba en la euforia. “Es la reforma más importante, después de la expropiación petrolera”, decía a Vértigo el ex candidato presidencial del PRI, apenas minutos después de que se aprobaran en comisiones tres de los siete dictámenes que integran la reforma energética.

En la trinchera del PRD –versión Nueva Izquierda—justificaban el optimismo de Labastida. “En estos últimos días se han intensificado las interlocuciones del PRD con las bancadas del PRI y el PAN en el Senado, y a través del coordinador parlamentario dl PAN en el Senado, hemos abierto una interlocución con el gobierno federal”, anunciaba Carlos Navarrete, coordinador del grupo parlamentario del amarillo en el Senado, en reuda de prensa.

Las palabras de Navarrete traducían un radical cambio de actitud en el grupo mayoritario de ese partido. El no reconocimiento del gobierno del presidente Felipe Calderón era cosa del pasado para los perredistas de Nueva Izquierda, la corrente mayoritaria en ese partido

“Con la interlocución ---agregaba Navarrete—hemos logrado vencer resistencias y convencer de que el país requiere en estos momentos un mensaje desde el Senado de un acuerdo que le dé un nuevo impulso al Congreso de la Union; que le de un mensaje a la población mexicana que nuestras fuerzas políticas se pueden poner de acuerdo para evitr un desencuentro como que ocurrió aquí en abril pasado”.

Muchos meses de tensión, movilizaciones, toma de tribunas en el Congreso, 23 larguísimos foros en el Senado, habían precedido este momento, en el que por fin se asomaba la posibilidad real de plasmar en la Ley la capital Reforma Energética, concebida para detener la estrepitosa caída de la producción petrolera, darle a PEMEX autonomía frente a la Secretaría de Hacienda, y volver a hacer competitiva la más grande de las empresas paraestatales.

Los acuerdos alcanzados al cierre de esta edición dejaban claro que no habrá “privatización” en refinación, transporte y almacenamiento. Los dictámenes establecían, además, la creación de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, para hacer de PEMEX una empresa más eficiente; el fortalecimiento de la Secretaría de Energía, y un Consejo Nacional de Planeación Energética, cuya tarea será establecer políticas a largo plazo en la materia.

“Los tres primeros dictámenes nos permiten avanzar en las facultades que va a tener la Secretaria de Energía; avanzar en las facultades de la Comisión Reguladora del Petroleo; avanzar en una política de ahorro y llegar a acuerdos sustanciales en los cuatro dictámenes que vamos a ver en los días siguientes”.

Dos puntos, sin embargo, amenazaban el anhelado consenso: los famosos contratos incentivados, donde habrá dinero de particulares en exploración; pero también en la creación de las famosas filiales paraestatales, promovidas por el PRI con el apoyo del PAN. Ambas propuestas son rechazadas abiertamente por el PRD.

“El tema de las filiales y de los contratos son fundamentales para nuestro voto a favor de la reforma energética”, alertaba Navarrete, “Si aceptan eliminarlos, habremos ganado, habremos contundentemente cerrado cualquier posibilidad de privatización del petróleo”, puntualizaba.

Pablo Gómez, integrante de la Comisión de Energía

La información en torno a las filiales fue confusa a lo largo de la semana. Primero se manejó que el PRI retiraba la propuesta en aras de los acuerdos. Luego se dijo que insistiría, “Ya tienen un acuerdo PRI y PAN”, revelaba, en corto, el perredista Graco Ramírez, secretario de la Comisión de Energia.

-- Se manejó que el PRI había renunciado a las filiales en aras de un acuerdo. ¿No es correcto entonces que hayan retirado la propuesta? Preguntamos a Labastida.

-- Lo que dijimos es que sabemos sumar, que si no tenemos otro partido que nos apoye en este planteamiento, no lo sacamos. Para nosotros son filiales estratégicas. Estratégicas quiere decir, como está definido en la Constitución, que son 100 por cieto de capital nacional.
* * *

Los acuerdos en el Senado, por el contrario, fueron como una palanca de alerta para Andrés Manuel López Obrador, el principal detractor de la reforma; y sus 60 brigadas del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo. A mediados de la semana, el autollamado legitimo convocó de urgencia a una asamblea informativa en la que advirtió que en cualquier momento iniciarían “acciones de resistencia civil”, ante la inminencia de la aprobación de los dictámenes.

La presión obradorista se reflejó también en la Cámara Baja. El diputado Alejandro Sánchez Camacho, pejista de hueso colorado, declaró: “estamos en alerta roja; en la cual no se descartan varias acciones. Por cuestiones de estrategia, no podemos detallarlas con mucha exactitud. Lo que sí podemos aseverarles, es que nos estamos preparando para paralizar el Congreso de la Unión, si esto es necesario”.

El pejista puso énfasis en el tema de mayor conflicto: los contratos incentivados. “son contratos de riesgo. Son de la misma parentela, nada más que los quieren hacer creer que es una propuesta diferente”, dijo.

En ese acto, que marco la reaparición de Navarrete después del episodio frente a la Torre de PEMEX en que fue agredido por los fundamentalista del amarillo, el senador Pablo Gómez, reetieró su rechazo a los contratos incentivados y las filiales de PEMEX.

“No aceptaremos, bajo ninguna circunstancia, alerta, alerta, ni filiales con o sin capital privado, que el PAN propone con capital privado y el PRI con capital público. Filiales, no; contratos pagados con el petróleo, aunque sea en efectivo, no, no, lo diremos no aunque tengamos que hacer lo que sea”, advirtió.

La amenaza pejista fue rechazada por la mayoría de los legisladores de los otros partidos. “Cualquier atentado en contra del funcionamiento del Congreso es un atentado contra la democracia”, advirtió el senador panista Gustavo Madero, presidente de la mesa directiva del órgano legislativo. Otro legislador azul, José González Morfin, vaticinó que los que se oponen a todo “van a quedar aislados”.

En el PRI tampoco ve con muy buenos ojos la actitud del legitimo. Labastida advirtió que PEMEX no puede seguir como está. “No es bueno que dejemos sin solución los problemas”, dijo.

Y dio ejemplos: cuando se inició la administración de Calderón, el país producía tres millones 250 mil barriles diarios de petróleo. Hoy estamos sobre dos millones 800 mil. El pronóstico es que la producción petrolera va para abajo. Se estima que en el año 2012 puede llegar a dos millones 200 mil barriles.

“Si la producción petrolera en México cayera en el orden de un millón de barriles por día, a 70 dólares por barril, como se prevé en el presupuesto, estaríamos perdiendo 70 millones de dólares por día. Son veintitantos mil millones de dólares al año. Es una enorme cantidad de dinero”, ilustró.

El sinaloense recordó que el 40 por ciento de los ingresos del gobierno federal se obtienen de la venta del petróleo. De ahí se paga el 40 por ciento del salario de los maestros, del ejército, de la policía, de los médicos, de las enfermeras, se hacen carreteras… es decir, pondríamos en riesgo la atención de las necesidades más elementales de apoyo al campo. Prácticamente en todos los rubros está el petróleo.

Las previsiones en el Senado indican que el próximo lunes serán dictaminados los cuatro dictámenes faltantes. Dos de ellos son de capital importancia: La Ley Orgánica de PEMEX; y la Ley Reglamentaria del Artículo 27 constitucional. Los siete dictámenes serían llevados al pleno para su discusión, y aprobación en su caso, el martes 21 de octubre.

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