Incierto futuro de la Chiquillada.

Fue una dura batalla entre David y Goliath, pero en esta historia ganó Goliat. La rebelión de La Chiquillada (PVEM, Nueva Alianza, PT, Convergencia y Alternativa) fue sofocada por la llamada Divina Trinidad (PAN, PRI, PRD), que impuso su aplastante mayoría en el Congreso para hacer avanzar el Cofipe.

El nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales incluye cambios al sistema de coaliciones que hace incierto el futuro de los llamados “partidos emergentes”, algunos de los cuales han sobrevivido y ampliado su representación parlamentaria, gracias a las caras alianzas que han hecho con los llamados “partidos históricos”.

El documento final establece que los partidos ya no podrán aparecer con un emblema único en las boletas electorales. De no haber cambios en el proceso legislativo que apenas comienza, cada partido irá con su propio logotipo en las boletas electorales.

Si no logra el 2 por ciento de la votación nacional en la elección de diputados, pierde el registro, y deberá entregar al Estado los bienes adquiridos con financiamiento público. De este modo, los partidos chicos quedan en la indefensión. Los más afectados son el PT, Convergencia y Alternativa.


En las negociaciones, los representantes de la Divina Trinidad no se conmovieron con nada. Ni las advertencias de los chiquitos de que presentarán una acción de inconstitucionalidad; ni la cohesión mostrada por estos en las negociaciones.

Los del G-5 lucharon hasta el final. El pasado jueves reventaron la reunión de la Comisión Ejecutiva para la Negociación y Construcción de Acuerdos del Congreso (CENCA), convocada para dar el visto bueno al Cofipe, antes de mandarlo al Senado, cámara de origen. No les funcionó.

Los grandes hicieron a un lado sus compromisos de inclusión, y en una reunión sin quórum de la Cenca, le entregaron el documento, vía el senador Pedro Joaquín Coldwell, a la diputada perredista, Ruth Zavaleta, presidenta de esa Comisión. “Con calzador, pero el documento entró”, dijo un funcionario.

A los “partidos históricos” tampoco los conmovió la posibilidad de perder a sus aliados tradicionales o potenciales: El PRI al Verde; el PRD al PT y Convergencia; y el PAN a Nueva Alianza.

“Es un paso atrás que nos pude llevar a cancelar la pluralidad democrática”, definió el diputado Miguel Ángel Jiménez, coordinador de Nueva Alianza en la Cámara de Diputados, en charla con este semanario. Acusó: “los tres partidos grandes buscan secuestrar el sistema electoral mexicano.”

A lo largo de la negociación, las principales fuerzas políticas pusieron sobre la mesa la llamada “clausula de vida eterna” (así la bautizo el diputado externo del PAN, Diódoro Carrasco). Esta cláusula permitiría que un partido grande le preste al chico el porcentaje de votos que necesita para alcanzar el umbral del 2 por ciento, a cambio de apoyos posteriores en tal o cual región

Carrasco estaba convencido de que la famosa cláusula iba a destrabar la negociación. Falló. El rechazo de La Chiquillada, al menos en público, fue unánime. “La toman o la dejan”, les dijo el senador priista Pedro Joaquín Coldwell, vicepresidente de la subcomisión redactora de la CENCA a los coordinadores del G-5. Lo dejaron.

“Se las regalo. Si creen que con el dos por ciento nos van a silenciar, están equivocados”, dijo al reportero Alejandro Chanona, coordinador de los diputados de Convergencia. Miguel Ángel Jiménez, de Nueva Alianza, lo secundó: “Es una propuesta sumamente vergonzante”
La ruptura entre la Divina Trinidad y La Chiquillada se veía venir. El martes pasado se reunió la Cenca, después de 15 días de no haber sido citada. PAN, PRI y PRD llegaron al cónclave con un documento planchado que el G-5 no conocía.
En todo había consenso, menos en el sistema de coaliciones. Los “partidos históricos” presumían que se había llegado al “máximo de consenso posible” previsto por la Ley para la Reforma del Estado. 115 Senadores de 128 senadores respaldaban el nuevo Cofipe. El 88 por ciento de los diputados también. No habría marcha atrás.
Grandes y chicos se hicieron de palabras. El tono subió. Porfirio Muñoz Ledo, consejero de la Cenca, abogado del G-5, interpeló una y otra vez a Carlos Navarrete. “Señor consejero, aquí estamos entre pares”, reviró en seco el coordinador de los senadores del PRD para acallar al combativo ex embajador.
Muñoz Ledo narra el episodio (El Universal, 1-12-07):
“Ahí se nos hizo saber que nuestra tarea (como consejeros) había concluido, y por tanto el informe —que no habíamos presentado— sería discutido en instancia superior. Reaccioné bautizando tal marrullería como el apagón legislativo.
“Añadí que la razón del atropello no era nuestra incapacidad para concretar acuerdos —como se sugirió—, sino que los estábamos logrando al margen del mandarinato. Desde la cúspide quiso silenciarse a quienes no fuésemos “pares” —esto es, legisladores en funciones— en olvido de los derechos y procedimientos marcados por la ley y de que los presidentes de los partidos, algunos ahí presentes, son parte en la negociación, aunque no ocupen un escaño en el Congreso.
“En recuerdo de una pegajosa melodía pregunté: ¿qué cosas suceden en el apagón? Ocurre que, en contradicción incluso con las posiciones oficiales de sus frentes y partidos, las cúpulas legislativas han decidido imponer en su beneficio una definición estrecha y equívoca de las coaliciones.
“Se les llama así a lo que son sólo candidaturas comunes y se priva a éstas de prerrogativas de representación y acceso a la propaganda. Se habla de “flexibilizar” las alianzas, cuando en realidad se las restringe.”
Los coordinadores de la Chiquillada, salvo el PVEM; abandonaron la reunión. Era la primera señal grave. El aviso de que nada cambiaria.
Entre los grandes, el PAN era el que con más determinación pugnaba por mantener los cambios en el nuevo Cofipe. “Están intransitables”, nos dijo el diputado del PRI, Carlos Chaurand. No era sorprendente. Salvo en el 2000, con el PVEM, las coaliciones han jugado en su contra.
El PRI recogió al Verde después de su rompimiento con Vicente Fox. Esta alianza poco le aportó a nivel federal. No recuperó la presidencia de la Republica y su representación en el Congreso se achicó. Es la tercera fuerza parlamentaria. El PVEM, en cambio, nunca había tenido tantos legisladores.
El caso del PRD es aparte. Mantiene como aliados al PT y Convergencia en el llamado FAP (Frente Amplio Progresista) que arropa al legitimo. La permanencia de esta alianza quedó también en entredicho.
Ricardo Cantu, coordinador del PT, lo dijo en conferencia de prensa:
“Es un golpe no solamente al FAP, sino a cualquier tipo de alianza político-electoral en México, porque los partidos históricos piensan que las alianzas solamente se pueden hacer con algún partido emergente, y alguno de ellos y no es así.

“En varios estados hemos sido aliados Convergencia y el PT, sin que haya algún otro partido histórico, hemos sido aliados con Alternativa, entonces no solamente quieren meter en la Ley una camisa a su medida, sino que impiden la política de alianzas en México. Las democracias contemporáneas tanto en Europa como en América Latina, han logrado avanzar y dar gobernabilidad gracias a que se hace una política de alianzas flexible.

“Con esto, la están limitando, la hacen prácticamente inviable y por supuesto el FAP recibió un fuerte golpe, pero no nada más el FAP, sino cualquier otra alianza de cualquier tipo, la alianza tradicional que se ha dado entre el PVEM y el PRI también recibiría un golpe muy fuerte, y las alianzas que se han dado entre nosotros los partidos emergentes.

Pero el convergente Alejandro Chanona matizó:

“El Frente está por encima del PRD, PT y Convergencia, hoy en su redefinición forma parte de un movimiento democrático y progresista de México en donde seguramente si en un futuro inmediato tuviéramos algún desencuentro, tendríamos que valorar quien tiene el patrimonio del Frente, en esa lógica, voy a separarlo, y como decía un compañero del PRD, yo también soy un ferviente admirador y aliado de los Frenteamplistas de este país”.

“Vamos a ver qué pasa…”, remató.

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