La Batalla Política por la Ciudad de México.

La Ciudad de México ha sido campo de disputa entre Felipe Calderón y Marcelo Ebrard en las últimas semanas. Las inundaciones y hundimientos que la afectan, han dado lugar a continuos intercambios de acusaciones entre el presidente de la República y el jefe de Gobierno del Distrito Federal. La belicosidad mostrada por uno y otro empieza a causar escozor. Las voces que reclaman un entendimiento entre ambos empiezan a multiplicarse.

Para Ebrard, sin embargo, la cosa no es fácil. Tiene menor margen de maniobra que Felipe para manejar el conflicto. Está atrapado por el radicalismo de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, autoproclamado presidente legitimo.

Eso lo ha obligado a referirse al presidente de la República como “el señor Calderón”, y a repetir, como estribillo, que no se va a tomar la foto con él, ni siquiera a cambio de la reestructuración de la enorme deuda de la Ciudad de México (44 mil millones de pesos) “Saldría muy cara esa foto, dejarías la dignidad allí”, declaró.

El Presidente de la República ha enviado señales de que la bronca no es con él. En una gira que efectúo a mediados de la semana por Valle de Chalco, deslindó al jefe de gobierno de las críticas que ha hecho a las anteriores autoridades capitalinas por falta de inversión, donde esta hace realmente falta. “Se trata de un gobernante que acaba de iniciar su gestión y, por la misma razón, no tiene responsabilidad en ello”, exculpó.

Allí mismo, Felipe lanzó una oferta de diálogo y coordinación entre ambos gobiernos. “No es una cuestión de imagen, sino de entendimiento; dialogar para entendernos; dialogar para solucionar nuestros problemas. Es un asunto de fondo que tiene que ver con el riesgo que corren millones de habitantes e esta zona; no es un asunto mediático, subordinado a muy respetable intereses políticos”, dijo Calderón.

La respuesta de Ebrard no tardó mucho.“Ya que hablan de cooperación, este es un buen momento para demostrar su disposición a apoyar al gobierno capitalino y trabajar de manera coordinada”, Aprueben la reestructuración de la deuda de la Ciudad de México, pidio.

Esta guerra verbal entre el presidente de la Republica y el jefe de gobierno del DF comienza a preocupar seriamente. Nadie quiere la repetición del conflicto que enfrentó a Vicente Fox con López Obrador, y que puso al país al borde de la confrontación.

El gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, ya ofreció su mediación en el conflicto entre ambos ejecutivos, para propiciar un clima de entendimiento, “Es la única vía para poder sumar voluntades políticas”, destacó.

La priista María de los Ángeles Moreno, presidenta de la Comisión del Distrito Federal en el Senado de la Republica, recordó a los protagonistas del conflicto que no solo están obligados a dialogar, sino a entenderse, porque la Ciudad enfrenta problemas muy graves, como el drenaje profundo que “está a punto de colapsar”

“A los capitalinos nos tiene sin cuidado si el jefe de Gobierno quiere o no salir en la foto. Esto es una cuestión de coordinación, y ambos gobiernos están obligados constitucionalmente a dialogar”, subrayó la ex presidenta nacional del PRI. Añadió: “No es un asunto electorero, ni de coyuntura; es un asunto de estructura y de vialidad en la Ciudad”, puntualizó.

En San Lázaro se escucharon también voces que reclaman el cese de las hostilidades. “Me parece lamentable que los habitantes de la Ciudad de México sigamos sufriendo un pleito que no es nuestro. Es un conflicto iniciado en el sexenio pasado, que ellos han continuado en detrimento de los que habitamos esa Ciudad”, dijo el diputado, Antonio Sánchez, integrante de la Comisión del DF en la Cámara baja.

Sánchez criticó la actitud de Ebrard. “Es de opereta. Le dice al Gobierno Federal: no te reconozco, pero te pido dinero. Es una muestra de inmadurez política, un espectáculo lamentable”, subrayó.

El diputado del PRI equilibro su comentario. “Que el presidente de la Republica declare sobre asuntos de la Ciudad no sirve de nada. Si se va a meter en el Distrito Federal, que lo haga bien, que dote a la Ciudad de lo que la tenga que dotar, en la esfera de lo que a la Federación le corresponde.
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Marcelo Ebrard llegó a la jefatura de gobierno del DF, en diciembre pasado, con la determinación de no prolongar con Calderón el conflicto Fox-López Obrador. El jefe de gobierno estaba conciente de la necesidad de trabajar conjuntamente con el gobierno federal, sin entrar en conflicto con los radicales del lopezobradorismo.

Fue entonces que decidió aplicar, en su relación con el presidente de la República, el principio de coexistencia pacifica. Eso le permitió transitar, sin grandes problemas, los primeros seis meses de su gestion. Había comunicación y trabajo con el gobierno federal, sin otorgar reconocimiento explicito al presidente de la República, y sin necesidad de tomarse la foto.

Marcelo sabía perfectamente que reconocer a Calderón significaría una ruptura inmediata con López Obrador y su muerte súbita como político. El jefe de gobierno tenia mediciones que mostraban que el legitimo cuenta todavía con un respaldo de 40 por ciento en esta capital.

Todo marchaba sobre ruedas, hasta que notó un cambio en la estrategia de Los Pinos con respecto a la Ciudad de México. No había duda que habían decidido posesionar al PAN en la capital de la Republica, , bastión del perredismo, y que el Presidente Calderón era la punta de lanza de la ofensiva.

“Lo van a mete en temas de la Ciudad de México, por lo menos dos veces al mes”, le dijo a este reportero, a principios del mes de julio

Las incursiones de Felipe en temas de la capital tendrían como objetivo convencer a sus habitantes de que, a diferencia del jefe de gobierno, el Presidente de la Republica si quiere resolver los graves problemas de la Ciudad de México. “Nos quieren exhibir como si no cooperaramos”, se quejó Ebrard.

El jefe de gobierno está convencido de que el objetivo político de la estrategia calderonista es “achicar” al PRD en el Distrito Federal; arrebatar el Estado de México al PRI, y lograr los votos necesarios en la elección intermedia, en el 2009, para construir una mayoría presidencial en el Congreso.

En esta batalla, el presidente Calderón ha recibido refuerzos. El primero se lo dio Javier Lozano. El secretario del Trabajo lanzó la primera piedra a Ebrard a mediados de junio pasado, cuando restaban en su apogeo bloqueos y desmanes de los maestros de la CNTE. Lozano le hizo un llamado a que evitara, so pretexto de la libre manifestación de ideas, la alteración del orden público. Le pidió, además, no confundir la estricta aplicación de la Ley, con autoritarismo y represión.

A Marcelo no le pareció el tono. Los que quieren represión para detener a los maestros “se van a quedar esperando”, le dijo. Y pidió al secretario del Trabajo “que se dedique a su trabajo y que estudie las leyes del DF; que no sea ignorante”.

El secretario Lozano hizo caso a tan “distinguida solicitud”. Se puso a hacer la tarea. Repasó el marco legal. Hizo sus anotaciones, y las incluyó en una carta que le envió ayer mismo al “señor Jefe de Gobierno”. En la misiva, le recordó a Marcelo su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen (Articulo 128 de la Carta Magna)

Le dice también que los bloqueos a calles, avenidas, cruces y vialidades primarias constituyen una violación a garantías constitucionales, como la de Libre Transito (artículo 11), Trabajo (articulo 5); Asociación (articulo 9), además de afectar otros derechos de terceros.

Marcelo respondió una y otra vez con idénticos argumentos. “No voy a reprimir a los maestros. Y rechazó la invitación al debate que en ujn programa de radio le hizo Lozano Alarcón. “Yo solo hablo con su jefe”, repuso.

Miguel Ángel Yunes también participó en la ofensiva. El político veracruzano acusó a Ebrard de “desviar recursos” del Distrito Federal para apoyar a los manifestantes que protestaban contra la Ley del ISSSTE. “LO veo todos los dias desde mi oficina, cuando llegan cambrones de la delegación. Se han publicado fotos”, recalcó el veracruzano

A estas acciones se sumo el Partido Acción Nacional. Sus diputados presentaron en la Asamblea Legislativa una iniciativa de Ley para reglamentar las manifestaciones, que tanto detestan la mayoría de los capitalinos.
La primera etapa de la estrategia dura parece haber concluido. El presidente Calderón aplica ahora la estrategia blanda, y le ofrece una tregua al jefe de Gobierno. ¿Por cuanto tiempo?

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